Ateneo de Córdoba. Calle Rodríguez Sánchez, número 7 (Hermandades del Trabajo).

PRÓXIMOS ACTOS DEL ATENEO DE CÓRDOBA

Nueva Junta Junta Directiva del Ateneo de Córdoba

Marzo , 1a.quincena. Conferencia de JUAN ORTIZ VILLALBA. " LA MASONERÍA EN CÓRDOBA ". (Presenta José Luis García Clavero).
Jueves 11 de abril. Conferencia de DESIDERIO VAQUERIZO." LOS ORIGENES DE CÓRDOBA". (Presenta J.L.G.C).
Finales de abril, primera semana de mayo. Proyección del documental "MONTE HORQUERA" de FERNANDO PENCO, galardonado en diversos Festivales internacionales (Italia, India, Holanda etc,)
Lunes 11 de Mayo. Conferencia de MANUEL VACAS." LA GUERRA CIVIL EN EL NORTE DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA.LAS BATALLAS DE POZOBLANCO Y PEÑARROYA- VALSEQUILLO". (Presenta Antonio BARRAGÁN).Todos los actos en la Sede del Ateneo.

CONVOCADOS LOS PREMIOS DEL ATENEO DE CÓRDOBA
XI Premio de Relato Rafael Mir.
XXXIX Premio de Poesía Juan Bernier.
IX Premio Agustín Gómez de Flamenco Ateneo de Córdoba.

Fallo de las Fiambreras de Plata 2023, relación de homenajeados aquí.

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Catalina Alanzabes Pavón "la Sabia"

De Ateneo de Córdoba
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Catalina Alanzabes Pavón, más conocida como Catalina La Sabia o La Sabia de Montoro, nació en Montoro en 1896, donde murió en 1977. De procedencia humilde, exceptuando las veces que de pequeña pasó en algunos cortijos por el trabajo de su padre, vivió siempre en el número 35 de la calle Calvario del barrio de Retamar en Montoro.

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Cuando Catalina contaba cinco años de edad vivía en un cortijo de la sierra montoreña, una mañana, al despuntar el alba, le dijo a su padre que preparara las “bestias”, que se iban para el pueblo porque el dueño del cortijo los echaba de allí. El padre muy extrañado le preguntó que cómo lo sabía ella, pero no dio contestación alguna. Al hablar el padre con el dueño del cortijo éste confirmó lo que la niña había dicho, quedando asombrado porque él no había hecho ningún comentario al respecto a nadie. A partir de ese día, Catalina comienza a adivinar tantas cosas y a curar a tantas personas enfermas que nadir puede dar explicación.

De las primeras curaciones que se tiene constancia en el pueblo, cuando era muy pequeña, destaca la de un hombre de su mismo barrio que padecía unas fiebres muy altas y el médico no encontraba la enfermedad que las causaba. Catalina fue con su familia a visitar al enfermo, con la mirada baja como siempre que tenía que curar a alguien se dirigió al médico y ante el asombro de le dijo: “No lo mire más, ¿no ve que tiene el tifus?”. Tras decir esto, pidió que metieran al hombre en agua a la temperatura que las personas tienen en el cuerpo, sin saber explicarse mejor, dada su corta edad. Así lo hicieron y el hombre enfermo sanó.

Por su buena forma de hacer, esta mujer, esposa y madre de tres hijas y un hijo, vivió siempre como una sencilla ama de casa. Fue requerida por muchas personas, a las que nunca cobraba, para que las curara de sus males o para que les dijera donde se encontraban personas que habían desaparecido.

En agradecimiento, algunos pacientes, al sentirse curados le enviaban sencillos presentes, como una señora de Córdoba que con Rosario la cosaria le mandó un manojo de plátanos de muy buen ver. La cosaria, que tenía en su casa una piña de plátanos algo más pasados, los cambió y le llevó a Catalina los de peor estado. Cuando la cosaria entró en casa de la Sabia, ésta, con toda la calma que la caracterizaba le dijo “Estos no son los plátanos que te han dado para mi, ve a tu casa a ver si tienes otros”.

Cuando mandaba alguna medicina, la tenía que apuntar el paciente ya que ella no sabía escribir. Si la medicina era difícil de encontrar, y esto formaba parte de su misterioso don, indicaba a los pacientes la ciudad, la farmacia y hasta la estantería exacta donde estaba la medicina, dejando perplejos a pacientes y farmacéuticos. Por todo esto, Catalina la Sabia, como fue conocida en Montoro y en otros lugares, era muy querida y respetada por todos.

Hasta el mismo día de su muerte en 1977, estuvo atendiendo enfermos en su casa, y a las cinco de la tarde le dijo a una de sus hijas que ya no podía más, y dos horas después falleció de un paro cardíaco sentada en su sillón, el mismo en el que recibía a los enfermos. Fallecimiento que ella predijo unos días antes.

El contenido de esta biografía incorpora material del libro Mujeres de Córdoba de la colección Arca del Ateneo, escrita por Rafaela Sánchez Cano.