Ateneo de Córdoba. Calle Rodríguez Sánchez, número 7 (Hermandades del Trabajo).

PRÓXIMOS ACTOS DEL ATENEO DE CÓRDOBA

Nueva Junta Junta Directiva del Ateneo de Córdoba

Marzo , 1a.quincena. Conferencia de JUAN ORTIZ VILLALBA. " LA MASONERÍA EN CÓRDOBA ". (Presenta José Luis García Clavero).
Jueves 11 de abril. Conferencia de DESIDERIO VAQUERIZO." LOS ORIGENES DE CÓRDOBA". (Presenta J.L.G.C).
Finales de abril, primera semana de mayo. Proyección del documental "MONTE HORQUERA" de FERNANDO PENCO, galardonado en diversos Festivales internacionales (Italia, India, Holanda etc,)
Lunes 11 de Mayo. Conferencia de MANUEL VACAS." LA GUERRA CIVIL EN EL NORTE DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA.LAS BATALLAS DE POZOBLANCO Y PEÑARROYA- VALSEQUILLO". (Presenta Antonio BARRAGÁN).Todos los actos en la Sede del Ateneo.

CONVOCADOS LOS PREMIOS DEL ATENEO DE CÓRDOBA
XI Premio de Relato Rafael Mir.
XXXIX Premio de Poesía Juan Bernier.
IX Premio Agustín Gómez de Flamenco Ateneo de Córdoba.

Fallo de las Fiambreras de Plata 2023, relación de homenajeados aquí.

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Día de paga

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Sumamente crisálida, Cristóforo se despoja primero del antifaz, de su vistosa vestimenta de hombre supremo luego. Nueve horas ha pasado embutido en aquel traje azul cobalto de ente superior, capa bermellón sangrante, con el cual publicita el film USA “El hombre superior”, recién estrenado en Callao´s Cinema. Por calles adyacentes a la sala se ha paseado vestido pues de superhombre, con el fin último de que al respetable le sobrevengan subliminales e inconfesables ganas de pasar por taquilla. Le pagan para eso. Esta vez de superhéroe, la otra fue de lagarto triglicérido del pleistoceno superior o así, animal prehistórico en suma, para una de Spielberg, un disfraz más engorroso aún si cabe. Bien es cierto que a su ajado y raído traje de trabajo le surgen, en ciertos sectores, numerosas pelotillas que denotan un tejido de calidad más bien ínfima, pese a que su señora lo lava convenientemente con Luzil nueva fórmula de tensioactivos no iónicos y blanqueantes oxigenados. Aun así, el tejido presenta un aspecto no muy deseable fruto de un intenso y continuado uso. Cristóforo, disfrazado de Supermán, no vuela y el traje de saldo no le cae bien, sus hechuras corporales quizás hayan perdido la factura glamourosa de antaño, aquellos firme glúteos de su primera juventud aptos para mentales silbidos de féminas casquivanas, un desastre estético actual que soporta con estoica entereza. En dicha jornada laboral nuestro enjuto protagonista a veces infla pecho y tensa bíceps al cruzarse en plena calle con algún oscuro objeto del deseo –sus miradas de soslayo y caída de ojos con estudiado estilo así nos lo confirman–. Tras un fugaz revuelo de feromonas y un acompasado ritmo de tacones alejándose en la lejanía, C. comprueba entonces, un tanto cariacontecido, que su espectacular despliegue de medios ha vuelto a caer en saco roto, pues no hubo respuesta a sus estímulos. Todo habrá quedado de nuevo en efímera vasodilatación, en un ellaselopierde que suena a triste y rutinario despecho. Y empieza a sospechar, pues, que no es garantía el traje para flirteos extraconyugales, aun marcando paquete importante y coqueto rizo en la frente, aun quedando la posibilidad de la insistencia tozuda, aquello de que todo es cuestión de paciencia como bien le enseñaron en su tierna infancia las monjas clarisas. Podríamos considerar a Cristóforo como superhéroe-perdiz, ave voluminosa no apta para altos vuelos, tampoco su abdomen de bebedor social cautiva a la tierna infancia, tan mimética por naturaleza.

Cristo se desviste, pues, y dedica cinco minutos más a enjabonarse y frotar la tizne, el caracolillo negro pintado en su frente, similar a aquel otro que luciera Christopher Reeve en su mítico film y que nuestro hombre aborrece pues se le antoja poco viril. Piensa que a su hirsuto torso y curtido rostro no le pega esa espiral ñoña y folclórica, ese aderezo que le hace parecer una especie de Estrellita Castro futurista. Teme la hilaridad del prójimo, la mofa hiriente de la cruel otredad, y eso le desazona sobremanera. Se conoce, es permisivo y paciente, pero no tolera chanza hacia su persona más allá de lo justo y necesario, por ello ese temor al feroz arrebato que pueda hacer peligrar el trabajo del que se nutre su prole. Aún así, Cristóforo es feliz con el personaje ahora representado, con el cual se identifica plenamente. Entre rellenos de poliespuma simuladores de compactos deltoides, C. se pavonea con una sonrisa de medio lado largamente estudiada a Clark Gable en antiguos cines de verano. Atrás quedaron otros engorrosos disfraces con el que llegó a rozar la débil frontera del ridículo y a los cuales estuvo a punto de renunciar viendo su dignidad herida.

Otros diez minutos tarda en adentrarse en su traje de diario, chaqueta gris perla, rasurarse y concluir con rociado generoso de Varón Dandy, todo ello antes de salir a la calle con porte de torero hispalense.

Este trabajo no es perfecto, rumia Cristóforo con pesadumbres intermitentes. Para ello debería gozar con tal actividad, lejos de ello, tiene abandonada su verdadera vocación: la cría en cautividad de pájaros canoros. A ello debería haberse entregado con pasión, mas la diosa Fortuna, a la que los romanos les gustaba representar en pelota picada, ora con una ramita de olivo en la mano, ora con una rueda en los pies, es señora antojadiza y, pese a lo que muchos creen, jamás suele poner a cada uno en su sitio. No ha querido que nuestro héroe se realice trayendo al mundo aves de dulce timbre y melodioso trinar. Él hubiera vivido holgadamente regentando una pajarería que hubiese llamado Trino´s, nombre adecuadísimo para un establecimiento de tales características. Pero no. Cristóforo en la actualidad reproduce, tan sólo en calidad de aficionado, pinzones y chamarines, todos ellos de vistosos plumajes, los cuales las más de las veces tiene que regalar para descargarse de excedentes. Pero aún así, Cristóforo no se queja. Su parco concepto de la felicidad se limita a dar alpiste a los lúganos y leer novelitas de Silver Kane en mañanas de domingos soleados. Y por la tarde, vuelta al traje de faena.

Hoy ha sido día de paga. Pocos irán al cine. Juega al fútbol España el partido decisivo, duelo a caraperro, como tal afirma el rotativo con el que evacua cada mañana. Ondean banderas por la consuetudinaria calle, banderas güaldas & rojas, fiesta urbana a la que se añadirá nuestro héroe acodado en la barra, enfrentado a un tinto y a sus pensamientos. Hoy, tras el sórdido trabajo, ha decidido gastarse parte de la nimia espórtula, para ello su chaqueta gris-perla algo raída en el cuello y dos casi imperceptibles churretes, con ella si se siente cómodo aun prestándole cierto aire de aristócrata de regional preferente. Su señora, abatida por los calores hormonales del climaterio, no le acompaña al bar de bombilla tenue, cuarenta vatios y azulejos con chorreras de grasa, tampoco lo haría considerando otras circunstancias, aquellos parroquianos de aspecto acartonado de hígado y semblante, tanta mustiedad tan poco atractiva. Allí, acomodado en la barra, frente a un valdepeñas, hará nuestro héroe cuentas para llegar a fin de mes, descontará gastos de barra, primitiva y cupón, ropa de mercadillo, comida, sevillana, gasofa para el vespino y extras, también el colegio de los niños con excesiva cantidad a su parecer en el apartado de fotocopias y varios que lo indignan, niños propios, sangre de su sangre, que no lo idolatran, que no presumen de padre, delatándoles el nulo brillo en sus ojos, y deberían hacerlo los cabritos pues llegar a fin de mes con ochocientos euros mérito tiene, ya quisiera el verdadero Supermán tener gónadas para tal hazaña, realizar el acto megaheroico de tenerlos comidos, vestidos, calzados con deportivos marca Daidas, réplica casi idéntica e inigualable, con diferencias apenas perceptibles, de la cacareada multinacional explotadora de infantes asiáticos, y más, poder regalarle a la señora por su santo una depiladora Braun silk-epil soft perfection, y más aún, aquí está el tío, alternar casi a diario con un tinto o dos o los que tercien, todo ello logrado por Cristóforo con un par, a costa de sudarla haciendo el payaso con la capa y los gayumbos ridículos, no, no saben del esfuerzo titánico que esto supone, siendo todo esto meditado por nuestro hombre con cierta tristeza, todo hay que decirlo, hasta que empieza el fútbol decisivo con internadas de Gordillo, adrenalina, patria, tintorro… y a la postre algo muy parecido a la felicidad: golazo de Michel, emoción a raudales y viva, viva España entonces y ni capa, ni krypton, ni pollas. Ramón Rodríguez Pérez.