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Hay situaciones límite que necesitan ser vividas para poder tener consciencia de la fragilidad del ser humano ante el voluble entorno social  en el que habita; verdades ignoradas e hipocresías para el acomodo. Momentos en los que el punto y final de la existencia personal no deja lugar a dudas: la tragedia como catarsis. El actor [[Juan Carlos Villanueva]] puso el dedo en la no cicatrizada llaga de la utopía social e individual, con el monólogo dramático El Sueño, el pasado martes en el [[Gran Teatro de Córdoba|Gran Teatro]]. Textos de [[Papi y Cahue]] adaptados por Villanueva, con el ineludible acompañamiento del cantaor [[Antonio Muñoz El Toto]] y el guitarrista [[Rafael Trenas]]; textos para zarandear adormecidas conciencias.
 
Hay situaciones límite que necesitan ser vividas para poder tener consciencia de la fragilidad del ser humano ante el voluble entorno social  en el que habita; verdades ignoradas e hipocresías para el acomodo. Momentos en los que el punto y final de la existencia personal no deja lugar a dudas: la tragedia como catarsis. El actor [[Juan Carlos Villanueva]] puso el dedo en la no cicatrizada llaga de la utopía social e individual, con el monólogo dramático El Sueño, el pasado martes en el [[Gran Teatro de Córdoba|Gran Teatro]]. Textos de [[Papi y Cahue]] adaptados por Villanueva, con el ineludible acompañamiento del cantaor [[Antonio Muñoz El Toto]] y el guitarrista [[Rafael Trenas]]; textos para zarandear adormecidas conciencias.
  
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[[Antonio Muñoz El Toto]] ha sido siempre la bandera sonora de los textos de [[Papi y Cahue]]. En el monólogo ''Ensayo para un suicidio'' dejó patente el cantaor que es el indicado para este tipo de propuestas artísticas. En ''El Sueño'', El Toto fue comprendiendo los motivos que llevaron al borracho, que interrumpió su recital, a su lamentable estado. El cantaor no sintió compasión por el personaje, sino llegó a solidarizarse con el embrión de su pensamiento, brindándole unos agónicos cantes por tarantos, sin dejar de lado la transición de los tientos, destacando la soberbia seguiriya: estandarte del mejor flamenco, el de la sinceridad absoluta. Técnica y esquemas sometidos a la expresión sonora más arrolladora. El guitarrista [[Rafael Trenas]] asistió a esta tensa situación dramática con la humildad de un toque acariciador, en un intento de apaciguar la tensión acumulada en el espacio escénico. Todo valió para espolear al público. Villanueva reclamó en su papel la escucha, implicando al espectador como quien asiste a la morbosidad de una muerte anunciada, sin consejos para aliviar. Murió el último poeta, quedaron frustradas las esperanzas de una vida mejor y Villanueva como portavoz de aquellos que sucumben en la soledad, sin voz; solamente con la lucidez de lo vivido, de lo esperado. El suicidio como solución y el protagonista sin más salida que la redención a través del recuerdo. La rebeldía, en los estertores de la muerte del protagonista, se difuminó con el eco de las tonás del El Toto. Una obra para no olvidar.
 
[[Antonio Muñoz El Toto]] ha sido siempre la bandera sonora de los textos de [[Papi y Cahue]]. En el monólogo ''Ensayo para un suicidio'' dejó patente el cantaor que es el indicado para este tipo de propuestas artísticas. En ''El Sueño'', El Toto fue comprendiendo los motivos que llevaron al borracho, que interrumpió su recital, a su lamentable estado. El cantaor no sintió compasión por el personaje, sino llegó a solidarizarse con el embrión de su pensamiento, brindándole unos agónicos cantes por tarantos, sin dejar de lado la transición de los tientos, destacando la soberbia seguiriya: estandarte del mejor flamenco, el de la sinceridad absoluta. Técnica y esquemas sometidos a la expresión sonora más arrolladora. El guitarrista [[Rafael Trenas]] asistió a esta tensa situación dramática con la humildad de un toque acariciador, en un intento de apaciguar la tensión acumulada en el espacio escénico. Todo valió para espolear al público. Villanueva reclamó en su papel la escucha, implicando al espectador como quien asiste a la morbosidad de una muerte anunciada, sin consejos para aliviar. Murió el último poeta, quedaron frustradas las esperanzas de una vida mejor y Villanueva como portavoz de aquellos que sucumben en la soledad, sin voz; solamente con la lucidez de lo vivido, de lo esperado. El suicidio como solución y el protagonista sin más salida que la redención a través del recuerdo. La rebeldía, en los estertores de la muerte del protagonista, se difuminó con el eco de las tonás del El Toto. Una obra para no olvidar.
  
*Francisco [[Martínez Sánchez|Francisco Martínez]] ([[El Día de Córdoba]], 30 de octubre de 2003)
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*[[Francisco Martínez Sánchez|Francisco Martínez]] ([[El Día de Córdoba]], 30 de octubre de 2003)
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[[Categoría:Biblioteca:Artículos de opinión de Flamenco|"El Sueño" remueve las conciencias adormecidas]]

Revisión actual del 16:27 8 jul 2013

Actor: Juan Carlos Villanueva. Cante: Antonio Muñoz El Toto. Guitarra: Rafael Trenas.
Fecha: martes 28 de octubre. Lugar: Gran Teatro. Lleno.

Hay situaciones límite que necesitan ser vividas para poder tener consciencia de la fragilidad del ser humano ante el voluble entorno social en el que habita; verdades ignoradas e hipocresías para el acomodo. Momentos en los que el punto y final de la existencia personal no deja lugar a dudas: la tragedia como catarsis. El actor Juan Carlos Villanueva puso el dedo en la no cicatrizada llaga de la utopía social e individual, con el monólogo dramático El Sueño, el pasado martes en el Gran Teatro. Textos de Papi y Cahue adaptados por Villanueva, con el ineludible acompañamiento del cantaor Antonio Muñoz El Toto y el guitarrista Rafael Trenas; textos para zarandear adormecidas conciencias.

La asistencia a un clásico recital de cante en el Bule-bar fue saboteada por un borracho que ansiaba contar su vida, airear los pensamientos más recónditos de su alma. Denuncia social, calidez humana, caos sin vuelta atrás. Juan Carlos Villanueva insufló de calor humano a quien pudiera ser visto como un despojo. El actor cordobés mantuvo dulzura interpretativa, de gestos, junto a otros pasajes en los que el exabrupto desvergonzado reforzó el argumento de la obra. No se trató de un monólogo al uso, tampoco de contar una historia más o menos enfatizada, sencillamente se trató de desvelar ocultos resortes del ser humano. Para lograr el objetivo dramático Juan Carlos Villanueva se entregó a su papel con equilibrada vehemencia. Sintonía personal de Villanueva con el contenido de la obra, para amplificar el mensaje. El actor cordobés hizo valer sus valoradas dotes interpretativas, desenvoltura absoluta en el escenario, con las inflexiones justas para el gesto, el guiño corporal para acentuar pasajes del texto, para ilustrar cantes y toques.

Antonio Muñoz El Toto ha sido siempre la bandera sonora de los textos de Papi y Cahue. En el monólogo Ensayo para un suicidio dejó patente el cantaor que es el indicado para este tipo de propuestas artísticas. En El Sueño, El Toto fue comprendiendo los motivos que llevaron al borracho, que interrumpió su recital, a su lamentable estado. El cantaor no sintió compasión por el personaje, sino llegó a solidarizarse con el embrión de su pensamiento, brindándole unos agónicos cantes por tarantos, sin dejar de lado la transición de los tientos, destacando la soberbia seguiriya: estandarte del mejor flamenco, el de la sinceridad absoluta. Técnica y esquemas sometidos a la expresión sonora más arrolladora. El guitarrista Rafael Trenas asistió a esta tensa situación dramática con la humildad de un toque acariciador, en un intento de apaciguar la tensión acumulada en el espacio escénico. Todo valió para espolear al público. Villanueva reclamó en su papel la escucha, implicando al espectador como quien asiste a la morbosidad de una muerte anunciada, sin consejos para aliviar. Murió el último poeta, quedaron frustradas las esperanzas de una vida mejor y Villanueva como portavoz de aquellos que sucumben en la soledad, sin voz; solamente con la lucidez de lo vivido, de lo esperado. El suicidio como solución y el protagonista sin más salida que la redención a través del recuerdo. La rebeldía, en los estertores de la muerte del protagonista, se difuminó con el eco de las tonás del El Toto. Una obra para no olvidar.