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Mezquita de Córdoba

De Ateneo de Córdoba
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Capilla de Villaviciosa.
Cúpula ante el mihrab.
Mezquita.jpg
Mezquita de Cordoba.jpg
Véase también: Mezquita-Catedral de Córdoba

La Mezquita de Córdoba fue iniciada bajo el reinado del primer emir omeya Abderramán I entre el 780 y el 785, en el emplazamiento de la basílica visigoda de San Vicente. Sufrió sucesivas ampliaciones en los siglo IX y X, y fue concluida bajo mandato de Almanzor. La más importante de las ampliaciones es la de Alhakén II a la que pertenecen los arcos del mihrab. Fue lugar de reuniones a la vez religiosas y políticas pues podía albergar hasta veinte mil personas.

Se compone de tres partes: el sahn o patio (actualmente conocido como Patio de los Naranjos) que conserva solo parte de su aspecto original y al que se accede principalmente por la Puerta del Perdón de estilo mudéjar (1377) y en donde nos dominará la poesía de las hileras de naranjos y palmeras, de las fuentes y los arcos de herradura que lo rodean. Junto a la puerta se levanta el alminar de Abderramán III desmochado y embutido a principios del siglo XVII por una torre-campanario cristiana de de estilo herreriano.

La puerta de las Palmas da acceso al oratorio o haram de la mezquita: un impresionante bosque de ochocientas cincuenta columnas de mármol, jaspe y granito sobre las que se apoyan arcos de herradura bicolores sobre los que se elevan otros de medio punto igualmente bicromáticos. La medida del esplendor del arte de los califas en su apogeo se puede contemplar en el mihrab, lugar santo de la mezquita que señala la dirección Sur y no la de La Meca, de acuerdo con la voluntad de Abderramán I (hacia el río porque le llevaba hasta su Damasco natal), es un joyel de mármol, estuco y mosaicos bizantinos brillantemente coloreados sobre fondo de oro.

En los lucernarios y la macsura se conservan los arcos lobulados de los muros y las cúpulas de nervios entrecruzados.

Tras la reconquista de Córdoba, los cristianos utilizaron la mezquita para celebrar su culto, pero en el siglo XVI, cuando el islam fue definitivamente expulsado de la península Ibérica, los vencedores quisieron adecuarla a sus creencias: construyeron una catedral renacentista, a cargo de Hernán Ruiz, y luego, de su hijo, en pleno corazón de la mezquita, alterando la perspectiva original.

El inicio de su construcción se debe al primer emir omeya de Córdoba. Para ello se hace necesario derribar la basílica visigoda de San Vicente en cuyo solar se inicia la edificación del oratorio o haram en el año 786. Éste consta de once naves naves longitudinales orientadas hacia el río Guadalquivir, cuya anchura es idéntica, a excepción de la central, que conduce al mihrab y las dos de los extremos. La central ligeramente más ancha que el resto y las laterales ligeramente más estrechas, aunque estas leves diferencias solo son apreciables en un plano. Estas naves constan de doce tramos o crujías que corren en dirección al muro de la qibla.

Los materiales utilizados son de acarreo: fustes de columnas y capiteles procedentes de construcciones y épocas anteriores (romanos y visigodos), sobre los cuales se elevan pilares rectangulares de sillería que dotan de más altura al conjunto. Para darle estabilidad a este alzado se recurre a dobles arcos, de los cuales el inferior, de herradura, hace funciones de entibo, mientras que el superior, de medio punto, es el que soporta la cubierta. Este sistema, además de la alternancia cromática y material de las dovelas, rojas de ladrillo, amarillentas las de caliza, parece estar inspirado en el acueducto romano de Los Milagros (Mérida).

El resultado es un inmenso bosque de columnas coronado de doble arquería que recuerda a un palmeral. El conjunto se cierra con el muro de la qibla, que a diferencia del resto de mezquitas no está orientado hacia La Meca sino hacia el sur, hecho éste cuyas causas no se conocen y que ha dado lugar a controversia con hipótesis que van desde la inexperiencia y el error en el cálculo, hasta la pura intencionalidad política tras la proclamación de la independencia política del emirato cordobés. En centro del muro de la qibla se halla el mihrab, todavía concebido como nicho. Las obras terminan en el 788.

Hixén I

Terminó el patio o sahn y erigió el primer alminar. Este primitivo alminar, de planta cuadrada, fue más tarde derribado por Abderramán III quien construyó otro, luego parcialmente desmochado, y cuyos restos se encuentran actualmente embutidos en el campanario cristiano de la catedral. La cimentación del alminar de Hixén I fue hallada en el Patio de los Naranjos por Félix Hernández en el siglo XX, quién dejo marcada su ubicación en el pavimento y es hoy día visible.

Abderramán II

El crecimiento de la ciudad determinó la necesidad de un oratorio (haram) con mayor aforo para poder albergar más fieles durante la celebración de los viernes, por lo que este emir decidió la primera ampliación de la mezquita. Para llevarla a cabo se derribó el primitivo muro de la qibla, cuyos restos son actualmente visibles en forma de grandes pilares, y se prolongaron las arquerías en ocho tramos o crujías más, con una longitud total de aproximadamente 26 metros. Los elementos arquitectónicos son idénticos a los de la fase inicial: alternancia de dovelas en los arcos (amarillas de caliza y rojas de ladrillo) y utilización de materiales de acarreo, aunque como novedad se utilizaron algunos materiales labrados a propósito para esta ampliación, como los ocho capiteles novedosos denominados «de pencas». El mihrab, cuyos cimientos fueron encontrados en el subsuelo de la Capilla de Villaviciosa, estaba concebido monumentalmente con un arco de entrada sostenido por cuatro columnas y sobresalía al exterior del muro de la qibla. También este emir llevó a cabo una intervención en el patio, cerrándolo con saqqifas en los laterales que faltaban.

Abderramán III

La intervención del primer califa cordobés no afectó al oratorio. Pero agrandó el patio, derribó el primer alminar y erigió uno nuevo que sería modelo para los minaretes almohades y los campanarios mudéjares. Este alminar se conserva actualmente desmochado y embutido en el campanario cristiano, aunque se conoce su alzado gracias a los dibujos conservados.

Alhakén II

Coincidiendo con el esplendor del califato, durante el siglo X se llevarán a cabo las más extensas intervenciones en la mezquita. Pero será la de Alhakén II la ampliación más bella y rica. El segundo día de su reinado encarga a su chambelán Chafar (o Yafar) las obras.

Se derriba el muro de la qibla de Abderramán II, del que también quedan restos visibles en la actualidad, y se amplía el oratorio en doce crujías más en el sentido sur seguido hasta entonces. Para mejorar la iluminación se construyen cuatro lucernarios con bellas cúpulas nervadas. El primero de ellos, previo a la macsura, lo ocupa actualmente la Capilla de Villaviciosa. Los otros tres se elevan delante del nuevo muro de qibla; uno delante del mihrab y los otros dos flanqueándolo.

Previos a la macsura aparecen nuevos arcos polilobulados y entrecruzados, y en las columnas se alternan fustes rosas y azules. Los materiales ya no son de acarreo, sino labrados ex profeso, con presencia de capiteles de avispero. Todo esto configura la unidad estilística del arte califal ya presente en Medina Azahara.

Otras novedades son el doble muro de la qibla, que facilita la conexión con el sabat y que permite que el mihrab no se limite a un simple nicho, sino que se abra como una pequeña habitación octogonal cubierta con una cúpula con forma de concha. La portada del mihrab y las cúpulas que lo preceden van recubiertas de mosaicos ejecutados por artesanos bizantinos enviados por el basileus cargados con trescientos veinte quintales de teselas.

Almanzor

Dado el continuo crecimiento demográfico de Córdoba, este hayib decide llevar a cabo la tercera y última de las intervenciones en la mezquita durante el siglo X. Su ampliación, la más extensa de todas, afecta tanto al oratorio como al patio. Pero esta ampliación no hará hacia el sur como las anteriores, puesto que la cercanía del Guadalquivir lo impide. La expansión será hacia el este, para lo que Almanzor debió expropiar el caserío que ocupaba la zona. Se construyen ocho nuevas naves que dejan descentrado el mihrab y el extendido muro de la qibla ya no es doble, sino simple. En los arcos la alternancia de dovelas es solo cromática y no de materiales, puesto que todas son de piedra caliza, aunque pintadas de almagra las rojas.

Tras la conquista cristiana de Córdoba en 1236 la mezquita sufrirá diversas alteraciones que acabarán configurando la actual Catedral de Córdoba.