José Guerra Lozano

Nacido en Córdoba el 28 de diciembre de 1880, perito agrícola, ejerciendo como industrial, respetado como buen profesional y muy querido por quienes le conocieron.

Por su ocupación profesional, y con actuaciones más técnicas que políticas, comenzó a ejercer diversos cargos públicos.

Fue concejal del Ayuntamiento cordobés elegido en las elecciones del 14 de abril de 1931 por el Partido Republicano Radical formación de Alejandro Lerroux, para pasar a ser el primer presidente de la Diputación de la II República en Córdoba desde 2 de mayo del mismo año al 2 de septiembre de 1932. Logró alcanzar de nuevo la presidencia de la Diputación el 21 de marzo de 1936 al ser elegido concejal el 16 de febrero por Izquierda Republicana, formación liderada por Manuel Azaña, partido que participó en la coalición formada del Frente Popular. Su mandato fue truncado el 18 de julio del mismo año como consecuencia del levantamiento militar.

En su primera legislatura hizo realizaciones importantes para la provincia como racionalizar las comunicaciones provinciales, diseñando las primeras carreteras de la Sierra y mejoró el funcionamiento del Hospicio de la Merced y del Hospital Provincial humanizado las relaciones con los enfermos. Participó en el Centro Andaluz. Representó a la Diputación en el Patronato de Fondos Especiales.

No era ateo, como se le señaló, sino un creyente poco amigo de jerarquías ya fueran eclesiásticas o basadas en fortunas propias o heredadas.

El 18 de julio de 1936, ante el entreguismo del Gobernador Antonio Rodríguez de León, intentó resistir junto a otros (entre los que se encontraban el alcalde de Córdoba Manuel Sánchez Badajoz, los diputados socialistas Vicente Martín Romera y Manuel Castro Molina, el ex-diputado y periodista Joaquín García Hidalgo y el dirigente de Unión Republicana, Pedro Ruiz Santaella) en la propia sede del Gobierno Civil. Los sublevados pudieron reducir con relativa facilidad su resistencia, siendo detenido en el asalto al Gobierno Civil. Según unas fuentes fue confiscado en su domicilio particular, otras afirman que fue llevado al Cuartel de Artillería.

Su conductor le propuso un plan para huir a Madrid, pero Guerra se negó alegando: "No he hecho nada malo para tener que huir de la legalidad". Se ocupó, eso sí, de convencer y empujar a su subordinado para que escapase solo, logrando con ello salvarle la vida.

El 19 de agosto de 1936 José Guerra Lozano fue fusilado. Este hecho fue un nuevo mazazo dirigido hacia la opinión pública, que siempre vio en este hombre a una persona íntegra; esto trajo como consecuencia el aumento del miedo a la delación por motivos no justificados, como por ejemplo: el simple hecho de no pensar o comulgar de igual forma que los sublevados.

Véase también

• Presidentes de la Diputación de Córdoba

Referencias

• Manuel Ángel García Parody (La II República y la Diputación de Córdoba. 2010)

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