Ateneo de Córdoba. Calle Rodríguez Sánchez, número 7 (Hermandades del Trabajo).
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Ladybird, ladybird
Título | Ladybird, ladybird | |
Cine Social - 2005 | ||
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Ficha técnica | ||
Dirección | Ken Loach | |
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Guión | Rona Munro | |
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Reparto | Crissy Rock (Maggie Conlan) Vladimir Vega (Jorge) Sandie Lavelle (Mairead) Mauricio Venegas (Adrian) Ray Winstone (Simon) Claire Perkins (Jill) Jason Stracey (Sean) Luke Brown (Mickey) Lily Farrell (Serena) | |
Datos y cifras | ||
País(es) | Reino Unido | |
Año | 1994 | |
Género | Drama | |
Duración | 101 minutos | |
Compañías | ||
Productora | Channel Four Films | |
Distribución | Alta Films |
Reseña
Si hay un director cuyo nombre se asocia, de manera indefectible y casi automática, a la etiqueta del cine social, ése es el británico Ken Loach, convertido en paradigma y portaestandarte de esta corriente dramática y creador de una escuela a la cual no dejan de surgirle seguidores y epígonos. No se trata éste de un fenómeno casual ni carente de motivación: toda la carrera y la obra de Loach mantienen una coherencia interna y una línea de continuidad que la hacen plenamente merecedora de tal acreditación, y, en ese aspecto, Ladybird, ladybird (que está lejos de ser una de las mejores películas del autor, desde el punto de vista del relato fílmico, aunque no sean nunca las pretensiones de Ken Loach las de hacer un cine excesivamente depurado desde la perspectiva formal o técnica) es una muestra bien representativa.
Las aventuras (pocas) y desventuras (muchas, muchísimas) de Maggie Conlan -qué enorme sarcasmo el que su nombre coincida con el de la "amada" Thatcher, destino preferencial de los dardos afiladísimos que en cada uno de sus films lanza el director-, forzada a una lucha permanente para mantener con ella a sus numerosos hijos -hasta un total de seis- frente a los implacables embates de los servicios de Asistencia Social dependientes del Gobierno británico, constituyen un dramón desaforado en el que, probablemente, a Ken Loach se le va la mano, especialmente en el maniqueísmo con que plantea sus tesis acerca de la situación de las partes en conflicto, a base de simplificar excesivamente el dibujo de sus personajes principales.
Pero se hace difícil no solidarizarse, hasta casi hacerse partícipe del mismo, con el sufrimiento que experimenta esa madre (a la que da vida una excelente Crissy Rock, que dota a su interpretación de matices bastante más sutiles de lo que, a priori, su personaje parece ofrecer) y no experimentar, en lógico contrapunto, un odio elemental y justificado hacia esa maquinaria burocrática incapaz de entender que esos desequilibrios emocionales y de carácter con los cuales pretende fundamentar su actuación (no sin un cierto punto de razón, dada la virulencia con que se ponen de manifiesto en alguna ocasión: y, en ese aspecto, Ken Loach sí está algo más abierto a aportar un contrapunto negativo al perfil de su antiheroína) son más el efecto de la misma que la causa que habría de justificar su puesta en funcionamiento.
Desde ese punto de vista, resulta evidente que el film de Loach es de una efectividad tremenda: apela a nuestros sentimientos más elementales -posiblemente, y en algún pasaje, admitámoslo, de una manera un tanto burda- y consigue erizarnos el vello y revolvernos las tripas -de rabia, de impotencia, de indignación- exponiendo ante nuestra mirada una historia sangrante y sangrada, toda una patada en la boca del estómago. ¿Algo que objetar? Misión cumplida...
Película reproducida en el Ciclo de Cine Social del año 2005.
Reseña elaborada por el socio de la Sección de Cine del Ateneo de Córdoba .