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Louis Auguste Blanqui

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Louis Auguste Blanqui (1805 - 1881), fue un activista político revolucionario y socialista francés que organizó el movimiento estudiantil parisino, y luchó en primer lugar por la instauración de la república contra la monarquía y en favor del comunismo. Sus escritos influenciaron su país de manera decisiva durante el siglo XIX. Su entrega absoluta a los movimientos revolucionarios que gestó, su ejemplo personal, sus ideales defendidos con "las armas en la mano" y su activo liderazgo inspiraron el blanquismo (de Blanqui, su apellido), la corriente revolucionaria que fue uno de los referentes ideológicos y militantes de la Francia en que vivió.

La vida de Louis Auguste Blanqui

Nace en Puget-Théniers, Alpes Marítimos, Francia, el 8 de febrero de 1805 y muere el 1 de enero de 1881 en París. En 1824, Blanqui formó parte de los Carbonarios, una sociedad secreta auspiciada por la masonería republicana de Francia. En esa época, formó los cuadros estudiantiles parisinos que le serían leales durante todo el siglo, caracterizándose por su implacable radicalismo que lo convirtió en un personaje admirado y criticado por Karl Marx y Friedrich Engels.

El joven Blanqui estudió las carreras de abogado y médico en París. En 1827, después de participar en varias manifestaciones estudiantiles, fue herido de gravedad en una batalla callejera en la calle Saint-Denis de París. En 1829, colabora con el periódico “Le globe” (El globo), editado por Pierre Leroux, y se familiariza con las doctrinas de Saint-Simon y de Fourier. En 1830, empuñó las armas junto con el pueblo parisino durante la “Revolución de Julio” que acabó con el reinado del rey Carlos X. Convencido de que aquella revuelta iba a permitir la instauración de la república, la desilusión de Blanqui será grande al ver subir al trono otro rey, Luis Felipe, el "rey burgués". Poco después, ingresó en la "Société des amis du peuple" (Sociedad de los Amigos del Pueblo) que se dedicaba a difundir los ideales republicanos, donde hizo camaradería con Buonarotti, Raspail y Armand Barbès.

Bajo el reinado de Luis Felipe, empezó la larga sucesión de condenas y detenciones que le valdrán el apodo de "L'enfermé" (El encerrado). Su feliz matrimonio en 1832 con Suzanne-Amélie Serre no le apartará de la lucha política y social. Son años marcados por las revueltas obreras y populares tanto en París como en otras ciudades industriales francesas como Lyon. En 1835, Auguste Blanqui funda una sociedad clandestina, "La société des familles" (La sociedad de las familias), que será desmantelada por la policía al año siguiente, y cuyos dirigentes serán encarcelados. Liberado en 1837, Blanqui funda entonces "La société des saisons" (La sociedad de las estaciones), junto con Barbès y Martin-Bernard.

En 1839, en un contexto de crisis económica y política, deciden pasar a la ofensiva para derrocar la monarquía: quinientos revolucionarios a las órdenes de Blanqui ocupan el ayuntamiento de París. Después de dos días de combates, las tropas reales aplastaron la revuelta, razón por la cual Blanqui, junto con Barbès, fue condenado a muerte el 14 de enero de 1840. Sin embargo, esta condena fue conmutada por la de cadena perpetua.

Después de cuatro años de dura reclusión en la cárcel del monasterio del Mont Saint-Michel, en Bretaña, achacado por una grave enfermedad, es trasladado al hospital de Tours donde permanecerá otros cuatro años bajo vigilancia policial. En ese periodo, sus contactos con los representantes obreros y los intelectuales revolucionarios fueron constantes.

Blanqui fue finalmente liberado al inicio de la Revolución de 1848, en febrero del mismo año. Funda entonces la “Société républicaine centrale” (Sociedad central republicana), en el seno de la cual desarrolla una intensa labor propagandística, exigiendo cambios radicales de gobierno.

En los dos meses siguientes a la proclamación de la II República francesa, el gobierno provisional adopta una serie de medidas sin precedentes: abolición de la pena capital por razones políticas, abolición de la esclavitud en las colonias francesas, y sobre todo instaura por primera vez el sufragio universal masculino. Blanqui recomendó sin éxito que se retrasasen las elecciones generales a la asamblea constituyente, al considerar que las clases populares aún no estaban lo suficientemente maduras. De hecho, los republicanos moderados ganaron las elecciones, y adoptaron sin demora medidas impopulares que reavivaron la agitación social. En Rouen, Lyon y París, el ludismo y las manifestaciones obreras son violentamente reprimidas por el ejercito. En mayo de 1848, una manifestación convocada por el "Comité Central de los Clubes" y liderada por Auguste Blanqui, ocupa el edificio del Ayuntamiento de París, sede del gobierno de la república. El ejercito interviene, y Blanqui es detenido de nuevo. Es condenado a diez años de prisión.

El 10 de febrero 1851, desde la cárcel de Belle-Ile-en-Mer, envió a Londres el célebre toast, una carta al "Comité de Social Demócratas", la cual fue prologada y distribuida por Karl Marx. En 1857, en trasladado al penal de Corte, en Córcega, y en 1859 es deportado a Argelia hasta su liberación el 16 de agosto.

Retoma su lucha contra el II Imperio, lo que le vale una nueva detención en 1861. Logra escapar en 1865 y huye a Bruselas, Bélgica. Desde su exilio, escribe numerosos ensayos de economía política, filosofía y sobre el socialismo, que fueron luego recopilados bajo el título Crítica social. Colabora en periódicos, y establece muchos contactos con intelectuales socialistas y revolucionarios. Realiza visitas frecuentes a París donde se crea un partido blanquista para el que redacta Instruction pour une prise d'armes (Instrucción para tomar las armas), un manual detallado sobre cómo llevar a cabo la revolución en Paris. En 1869, se declaró una amnistía general que le permitió regresar a París. Participó entonces en dos revueltas fracasadas, la del 12 de enero y el 14 de agosto de 1869.

Derrotado por el ejercito prusiano después de mes y medio de combates, Napoleón III firma la capitulación el 2 de septiembre de 1870 en Sedan y es encarcelado en Alemania. Dos días más tarde, tienen lugar en París los acontecimientos conocidos como revolución del 4 de septiembre: la Tercera República es proclamada y se constituye un gobierno de defensa nacional. Blanqui crea el club y periódico La patrie en danger (La patria en peligro), en cuyas páginas expone las medidas a tomar para defender y salvar París, sitiada por el ejercito enemigo.

Ante la ineficacia del gobierno del general Louis Jules Trochu para evitar la capitulación de París, Blanqui lideró el movimiento popular del 31 de octubre de 1870, y formó parte del grupo que asumió brevemente las riendas del poder. Sin embargo, debido a esto, en 1871 fue condenado en ausencia a una nueva cadena perpetua.

Siendo Presidente Louis Adolphe Thiers, Blanqui organizó un atentado contra el jefe de estado francés. Para su infortunio fue atrapado y obligado a cumplir su condena. En este año, 1871, tuvo lugar la revuelta conocida como la Comuna de París. Debido a que se encontraba preso no pudo tomar parte directa en ella, aunque sus seguidores, los blanquistas, dominaron el escenario revolucionario de estos acontecimientos. No obstante, para Karl Marx fue Blanqui quien hizo fracasar ese intransigente golpe revolucionario. En todo caso, en 1872 Blanqui fue condenado con otros dirigentes de la Comuna a ser deportados a una colonia penal fuera de Francia, donde daría cumplimiento a la condena de por vida que le había sido impuesta. Debido a lo quebrantado de su salud, y seguramente porque a pesar de ser un revolucionario intransigente, también era un intelectual y hombre admirado por todos, se le conmutaron las penas vitalicia y de deportación por un año de prisión. Durante su reclusión, es electo diputado por el distrito de Bordeaux (Burdeos), pero la elección fue invalidada alegando que carecía de derechos políticos para ser electo, debido a que purgaba una pena no extinta. Esto no desanimó al revolucionario, quien al salir reanudó de inmediato su activismo contra el régimen.

Muere el 1ero de enero de 1881, debido a un ataque de apoplejía que sufrió al concluir un encendido discurso en un mitin revolucionario en París. Presidía la República Jules Grévy.

Un revolucionario

Es el mejor ejemplo de un burgués acomodado que renuncia a todo por seguir una causa revolucionaria que en el plano personal sólo le atraería desgracias. Propugnó la revuelta armada para tomar el poder, organizó a estudiantes para que formarán parte del ala intelectual de la revolución al servicio del comunismo, internacionalizó y divulgó los propósitos revolucionarios por medio del [periodismo], y atrajo la atención de los dirigentes socialistas de Europa.

Representa a la perfección al mártir laico del comunismo, pues a pesar de ser hijo de un funcionario público de mediana importancia ( su padre fue subprefecto de los Alpes Marítimos) y de haber estudiado las carreras de abogado y médico, abandonó su vida cómoda, para convertir en realidad la visión que tenía de la sociedad, sin importarle que buena parte de su vida transcurriera en prisión ni que sufriera todo tipo de persecuciones y desengaños. Son conocidas las traiciones por parte de aquellos que lo siguieron durante sus años más aciagos, y que después, aprovechándose de su debilidad, lo excluyeron del reconocimiento que a pulso se había ganado durante su vida.

Blanqui fue, sin lugar a dudas, el gran centro de gravedad en torno al cual gravitó la intelectualidad estudiantil francesa del siglo XIX, tal y como lo dice Karl Kaurdi:

"Encontraba más aceptación entre los intelectuales, especialmente los estudiantes, que entre los obreros"

Nadie, ni antes ni después, logró imitar, siquiera a la distancia, el poderoso influjo de Blanqui entre el estudiantado. Hasta antes de que este hombre irrumpiera en el escenario francés, los estudiantes participaban en movimientos estudiantiles idealistas marcados por la brecha generacional, de manera que en cuanto cambiaba el cuadrante del cual soplaba el viento político del momento, los estudiantes desaparecían como factor de influencia. Sin embargo, el blanquismo atrapó en la militancia permanente, intelectual y beligerante, al estudiantado francés durante casi todo el siglo XIX.

Como un dato corroboratorio del atractivo que ejercía sobre la intelectualidad de su tiempo, debe admirarse la calidad de sus seguidores. En este plano, apenas constituyó la "Sociedad central republicana", de inmediato se afiliaron a ella Baudelaire, Charles Bernard Renouvier, Charles Augustin Sainte-Beuve y Leconte de Lisle.

A pesar de que Louis Auguste Blanqui fue hecho prisionero durante el período de tiempo en que ocurrieron los hechos conocidos como la Comuna de París, para nadie fue un secreto que el gran animador y la única influencia dominante en ella fue la de Blanqui a través de sus seguidores, en particular por la firmeza e irreductibilidad del blanquismo. Al respecto dice Friedrich Engels:

Educados en la escuela de la conspiración y unidos por la disciplina estricta que es inherente a ella, partían del punto de vista de que un número relativamente pequeño de hombres resueltos y bien organizados podía, en circunstancias favorables, no sólo apoderarse del timón del estado, sino también, mediante un despliegue de intensa y despiadada energía, mantenerse en el poder el tiempo necesario para lograr que las masas participaran en la revolución... Ello implicaba por sobre todo, la más estricta centralización dictatorial"

Uno de los más entusiasmados seguidores de este dinámico e inagotable revolucionario lo fue Karl Marx, quien es el gran divulgador de la Comuna. Con seguridad nadie ha hecho más que el pensador alemán para exaltar este movimiento radical y sin embargo, tampoco nadie hizo tanto para diluir e incluso hacer olvidar a Blanqui como su gestor. Pasado algún tiempo de la Comuna, Marx reflexionó:

  • "Con un poco de sentido común, sin embargo podía haber obtenido de Versalles algún pacto beneficioso para el pueblo, que era lo único que podía aspirarse en esa época".

La prudencia de Karl Marx contrasta con la proclama de los estudiantes parisinos de 1968, que rindieron un tributo insospechado al pensamiento y a la obcecación revolucionaria de Louis Auguste Blanqui, con su lapidaria frase:

  • Seamos realistas, ¡pidamos lo imposible!

Legado

A pesar de su gran éxito inicial entre los jóvenes estudiantes, su activismo político y la inflexibilidad de su conducta, el fracaso en general de sus propósitos y la crítica y desdén de los revolucionarios pragmáticos, hicieron que Blanqui fue rápidamente olvidado, en especial por los mismos grupos estudiantiles. Éstos viraron en contra de las premisas ideológicas que los caracterizaron durante el siglo XIX, reduciendo el blanquismo ante el juicio histórico a un movimiento radical, inflexible y utópico, en el mejor de los casos, y en el peor, a un movimiento que sirvió, acaso de manera involuntaria, precisamente a quienes combatió.

Los juicios tanto de Karl Marx como de Friedrich Engels, cuando criticaron el “infantilismo revolucionario”, estuvieron destinados contra Blanqui y sus radicales seguidores. Esto, aunado al largo período de propaganda soviética a favor de la ortodoxia marxista, fueron una combinación fatal para extender la comprensión de este hombre que demostró una gran valentía y entrega en favor de la causa del comunismo. Blanqui fue un idealista, pero el radicalismo armado que caracterizó su actuación, impidió que se convirtiera en un héroe popular en Francia. Cabría esperar que a partir de la caída de la Unión Soviética, fuera rescatada la memoria de Blanqui del panteón de los antihéroes según el politburó, sin embargo, parece que las condiciones de la actual realidad política e intelectual profetizan que seguirá en su prolongado olvido.

Obra escrita

Sus múltiples artículos y editoriales fueron compilados por sus seguidores y publicados en su libro póstumo “Critica Social” editado en 1885. En cuanto a sus muchos trabajos sobre astronomía, estos se publicaron en “La eternidad para las estrellas” libro donde propone, a tono con la época, su teoría del "Eterno retorno". La obra fue editada en 1872, cuando aún vivía el autor, por lo que disfrutó en vida una de las pocas alegrías.

Enlaces externos

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