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Alberto Sordi

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Alberto Sordi (Roma, 15 de junio de 1920 - 25 de febrero de 2003) ha sido un famoso actor, director y guionista italiano. Junto con Marcello Mastroianni, Ugo Tognazzi, Nino Manfredi y Vittorio Gassman fue uno de los grandes nombres de la commedia all'italiana además de portavoz de la romanidad en la cinematografía Italiana.

Biografía

Era el cuarto hijo de Pietro Sordi, un profesor de música, que tocaba la tuba en la orquesta del Teatro de la Ópera de Roma, y de María Righetti, una maestra. Nace en el barrio popular del Trastévere, en Roma, el mismo de Claudio Villa y de muchos otros artistas de la posguerra.

Sus primeras experiencias: Extra, doblador, actor de revista y de radio

Ya en la escuela primaria empieza a improvisar pequeñas obras con un teatro de marionetas para un público de su misma edad, además de cantar como soprano en el coro de voces blancas de la Capilla Sixtina dirigido per Lorenzo Perosi. En 1936 graba un disco de cuentos para niños, que encarga la casa discográfica Fonit y con lo que gana deja las clases en el Instituto de Comercio y se traslada por un breve tiempo a Milán, donde estudia dicción. De allí será expulsado, al parecer a causa de su acento dialectal romano (mucho más tarde, el 27 de abril de 1999, se le concedió un diploma ad honorem). Sin embargo obtuvo el título más adelante, presentándose como alumno libre.

De regreso a Roma, en 1937 encuentra trabajo como extra en Cinecittà (en la superproducción Escipión el Africano de Carmine Gallone, en un papel de soldado romano) y gana un concurso de la Metro-Goldwyn-Mayer para doblar la voz de Oliver Hardy (primero se hizo llamar Albert Odisor, con Mauro Zambuto que doblaba en italiano a Stan Laurel). Trabaja en esto hasta 1951 doblando a Bruce Bennett, Anthony Quinn, John Ireland, Robert Mitchum, Pedro Armendáriz y, entre los italianos, a Franco Fabrizi y hasta a Marcello Mastroianni en sus comienzos.

Su voz es muy reconocible también en la obra maestra de Vittorio De Sica Ladri di biciclette (1948), en la película de Alessandro Blasetti Prima comunione (1950) y en el curioso film Los pingüinos nos miran (1956) dirigido por Guido Leoni, en el que los animales de la película hablan con voces de actores famosos. Por una extraña curiosidad, como actor sólo fue doblado por otros actores dos veces: en Cuori nella tormenta dirigida por Carlo Campogalliani en 1940, doblado por Gualtiero De Angelis, y en Il Passatore de Duilio Coletti en 1946, donde interpretando el papel de un bandido, le prestó la voz Carlo Romano.

En el teatro, tras el fracaso con la compañía de Aldo Fabrizi y Anna Fougez en 1937 en el espectáculo San Giovanni, se dedicó a la revista como bailarín de fila de la compañía de Guido Riccioli y Nanda Primavera en 1939 con el espectáculo Ma in campagna è un'altra... rosa. Otras obras conocidas fueron Imputati... alziamoci! (1945) de Michele Galdieri, Soffia so... (1946) de Pietro Garinei y Sandro Giovannini, y finalmente, en la temporada de 1953, Gran baraonda que volvieron a dirigir Garinei y Giovannini, que será su última aparición de teatro, junto con Wanda Osiris, a la que dirigirá en 1973 en una secuencia de su película Esa rubia es mía.

Gracias a la radio, durante la temporada 1947-1948, empieza a hacerse famoso con algunos programas donde crea algunos personajes que alcanzan una gran popularidad. Uno de esos, Mario Pío lo interpretará en la primera película de Mauro Bolognini, Los esperamos en la galería de 1953. También con origen radiofónico en 1947, rodará Il vento mi ha cantato una canzone de Camillo Mastrocinque, junto a Loris Gizzi, Galeazzo Benti y Laura Solari, donde interpreta el papel del amigo de un cantante en busca de fama nacional en un programa de la ficticia '"Radio Sibilla".

Su carrera cinematográfica

Durante diez años tendrá pequeños papeles en veinte películas, salvo I tre aquilotti de Mario Mattòli, en la que era uno de los protagonistas, en la película de Camillo Mastrocinque ya mencionada, y en la que trabajaba con el actor genovés Gilberto Govi y con Walter Chiari en el papel de un empresario argentino en Che tempi!, versión cinematográfica de la comedia Pignasecca e Pignaverde de Emerico Valentinetti. Destaca en 1951 con una película de Roberto Savarese, con guión de Cesare Zavattini, producida por Vittorio De Sica, Mamma mia che impressione!. Entre estas películas desconocidas podemos citar una película redescubierta hace poco: Via Pádova 46, de Giorgio Bianchi (1953, en la que Sordi interpreta el papel de un cursi vecino de casa del pobre Peppino De Filippo, un modesto empleado que buscaba una aventura sentimental con una muchacha.

Entre 1952 y 1955 Sordi alcanza el estrellato dentro del mundo del cine, con dos películas de Federico Fellini: El jeque blanco (1952) y Los inútiles (1953). Luego seguirán otras tres películas dirigidas por Steno: Un día en el juzgado (1953), Un americano en Roma (1954) y Piccola posta (1955), en la que interpretará su personaje del joven un poco cobarde, oportunista, aprovechado, indolente, vago, infantil y anti-idealista que lo acompañará durante los años 1950. Su popularidad se hace enorme, aunque en sus comienzos nadie creyera en él (los empresarios que alquilaban las películas, al principio, no querían que su nombre apareciera en los carteles porque opinaban que al público no le gustaba) y Alberto Sordi empieza a rodar entre 8 y 10 películas cada año.

Con la llegada de la llamada comedia italiana dio vida a muchos personajes casi todos negativos de "típico italiano", poco edificantes pero que se correspondían a una realidad evidente, dibujados con una cierta malicia pero siempre valorables debido a su característica dicción. Con frecuencia colaboró en los temas y guiones de las películas en las que participaba (casi 150) y en todas las que dirigió (19). Sordi, con una carrera de más de cincuenta años ha creado un completo muestrario de la historia de los valores y del las costumbres del italiano típico, desde el periodo de la guerra hasta nuestros días, con algunas bajezas, pero en fondo justificado por su buen corazón y por su capacidad de soñar con los ojos abiertos.

Resulta prácticamente imposible enumerar todas sus interpretaciones, pero hay que citar al menos algunos personajes que han pasado a la historia de la comedia italiana: entre estos el maestro suplente Impallato, que descubre a un alumno con unas características excepcionales para la canción lírica y lo explota para obtener fama y riqueza en Bravìssimo (1955) de Luigi Filippo d'Amico; el gondolero de Venecia, la luna y tú (1958) de Dino Risi; el marido vejado por su mujer y endeudado en Il vedovo (1959), también de Risi junto a Franca Valeri, o el despreciable componente de una comisión censora que juzga despiadadamente carteles y películas picantes y en privado contrata con fines inmorales bailarinas de night-club en Il moralista (1959) de Giorgio Bianchi.

Tras la conmovedora obra maestra de Mario Monicelli La gran guerra (1959) en la que representa a un soldado vago y escaqueador, que se ve obligado a morir como un héroe sin desearlo, demuestra que tiene un talento extraordinario cuando se sumerge psicológicamente en personajes dramáticos y a veces francamente grotescos. A partir de los años 1960 podemos citar al subteniente Innocenzi de Todos a casa (una de las mejores comedias de Luigi Comencini, rodada en 1960), al guardia de tráfico inflexible con los débiles y siempre dispuesto a arrodillarse ante el poderoso de turno en El alcalde, el guardia y la jirafita (1960) de Luigi Zampa -junto a Vittorio De Sica y Sylva Koscina -, al periodista de Una vida difícil (1961) de Dino Risi -compartiendo cartel con la excelente Lea Massari -, al industrial en bancarrota dispuesto a vender un ojo para reajustar sus finanzas y contentar a una mujer demasiado exigente en Il Boom (1963) de Vittorio De Sica; el médico de la mutua dispuesto a cualquier compromiso para entrar a trabajar en una clínica de lujo en las dos películas Il medico della mutua (1968) de Luigi Zampa y El Prof. Dott. Guido Tersilli, primario de la clínica Villa Celeste, en acuerdos con los seguros (1969) de Luciano Salce; el editor que sale a la búsqueda del cuñado perdido en África en Riusciranno i nostri eroi a ritrovare l'amico misteriosamente scomparso in Africa? (1968) de Ettore Scola; el geómetra encarcelado sin motivo mientras estaba de vacaciones de Detenuto in attesa di giudizio ("Detenido en espera de juicio", 1971) de Nanni Loy, por el que consiguió en 1972 el Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín); El damnificado que una vez al año junto con la mujer (Silvana Mangano) organiza interminables juegos de naipes en la villa lujosa de una rica y estrafalaria señora con secretario y ex amante que la siguen (Bette Davis y Joseph Cotten) en Lo scopone scientifico ("Sembrando ilusiones", 1972) de Luigi Comencini, hasta el terrible, y por muchas razones insostenible, papel en Un borghese piccolo piccolo (1977) de Mario Monicelli, que representa su punto más dramático y malvado. Con Monicelli recitará nuevamente en el doble, burlón y amargo papel sostenido en una olvidable comedia de 1981: Il marchese del Grillo. Actuará, con resultados diversos, en algunos textos literarios y teatrales clásicos, como los de Molière en El enfermo imaginario de 1979 y El avaro de 1990, ambos dirigidos por Tonino Cervi) y Romanzo di un giovane povero, del 1995, por Ettore Scola, que en 2003, después de la muerte de Sordi, le dedicara el film Gente di Roma.

Sordi fue premiado con cinco Nastro d'Argento y con siete David de Donatello, y en 1995 obtiene el prestigioso León de Oro por su carrera cinematográfica en el Festival de Venecia.

Detrás de la cámara cinematográfica

Dirigió 19 películas, a partir del 1966. La primera fue Fumo di Londra, basado en los convencionalismos de comportamiento y sociales de un italiano expatriado temporalmente (tema ya afrontado por Gian Luigi Polidoro) y Scusi, lei è favorevole o contrario? retrato de un adinerado comerciante de telas, separado de su mujer, con tantas amantes para mantener como son los días de la semana en una Italia de los [Àños 1960|años 1960]] sacudida por las polémicas sobre el referéndum sobre el divorcio. Obtiene buenos resultados en tres películas junto a Monica Vitti, Amore mio aiutami ("Amor mío, ayúdame", 1969), Polvere di stelle (1973) y Yo sé que Tu sabes que Yo sé (1981). Sus mejores trabajos detrás de la cámara son: su obra maestra Un italiano in America (1967), junto a Vittorio De Sica, y el episodio Le vacanze intelligenti de la obra colectiva Dove vai in vacanza? ("Vicios de verano, 1978). Memorables son el personaje del taxista en las dos películas Il tassinaro (1983, donde realiza duetos cómicos con el mismo presidente de Italia Giulio Andreotti y con el viejo amigo Federico Fellini), y Un tassinaro a New York (1987). Muy interesante la colaboración con Carlo Verdone, considerado por muchos su heredero natural (con estilos y temáticas diferentes) en los films In viaggio con papà (1982) y Troppo forte (1986). Pero su película preferida, entre las dirigidas, es la melancólica Nestore, l'ultima corsa (1993), donde interpreta un cochero reacio a llevar su caballo al matadero. Las imágenes del matadero son de una dureza desconcertante y de verdad inéditas para una película de Sordi. La última película que dirige es la mediocre y desafortunada Incontri proibiti (1998) junto a Valeria Marini y Franca Faldini, presentado en 2002 en cine y televisión con montaje diferente y otro título, Sposami papà.

Las canciones y la televisión

Hay que destacar la fructífera colaboración artística con el guionista Rodolfo Sonego, que trabajó en muchas películas suyas desde 1954 (Il seduttore de Franco Rossi es su debut) y con el compositor Piero Piccioni, que ha firmado muchas de las bandas sonoras de sus películas más famosas, como algunas de sus famosas canciones irreverentes y un poco maliciosas. Colabora además junto al periodista Giancarlo Governi, a partir de 1979, a realizar la apreciada transmisión Storia di un italiano, y no deja de participar en muchos programas de televisión (como Studio Uno, junto a la cantante Mina, en 1966) donde demostraba gran sarcasmo y buen humor. El día de su octuagésimo cumpleaños, el 15 de junio de 2000 el alcalde de Roma, Francesco Rutelli, le cede por un día el "cetro" de la ciudad de la que fue nombrado hijo predilecto, y de la que se había burlado mostrando vicios y falsas virtudes.

Su fin

Después de una larga enfermedad, Sordi muere el 25 de febrero de 2003, a la edad de 82 años. Los restos son trasladados a la sala de armas del Campidoglio, donde por dos días recibió el homenaje ininterrumpido de una multitud inmensa; el 27 de febrero de 2003 se celebran funerales solemnes en la Plaza San Giovanni, delante de casi 300.000 personas. Después será enterrado en la tumba de familia. La vida privada de Sordi fue siempre llevada con extrema discreción y reserva: ningún enlace sentimental oficial, ningún matrimonio contraído, vivió siempre en su casa junto con sus hermanas Savinia (muere en el 1972) y Aurelia, con su hermano Giuseppe, su administrador y con la secretaria Annunziata que actualmente está encargada de sus archivos personales.

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