Ateneo de Córdoba. Calle Rodríguez Sánchez, número 7 (Hermandades del Trabajo).
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Ignacio López Tarso
Ignacio López Tarso (nacido Ignacio López López el 15 de enero de 1925) es un actor mexicano de teatro, cine y televisión.
Contenido
Vida personal
Nació en la Ciudad de México, en una casa de la calle de Moctezuma, cerca del santuario católico de la Villa de Guadalupe. Sus padres fueron Alfonso López Bermúdez e Ignacia López Herrera. También vivió su infancia en varios lugares de la república mexicana tales como Veracruz, Hermosillo, Navojoa y Guadalajara, todo esto por asuntos de trabajo de su padre quien se desempeñaba en el servicio de correos. Sus hermanos se llaman Alfonso y Marta.
Precisamente en Guadalajara, mientras vivía en el barrio de Analco, Ignacio López tuvo su primer contacto con el mundo artístico, cuando tenía ocho o nueve años. En esa ocasión fue llevado por sus padres a ver una función de teatro de carpa. El niño quedó impactado al ver cómo se apagaba la luz, se abría el telón entre la oscuridad y sólo quedaba iluminado el escenario además de quedar como hipnotizado al observar cómo se desarrollaba la obra. Ese periodo de privación duró hasta que terminó la obra, se volvieran a encender las luces y regresar a la realidad dándose cuenta otra vez que estaba sentado entre sus padres. La descripción anterior sobre lo ocurrido en aquel teatro de carpa, el propio Ignacio López la ha hecho repetidas veces a lo largo de su vida, porque quedó muy marcado en su memoria. Esa experiencia infantil de éxtasis vivida en esa función de teatro, sellaría de este modo el destino de Ignacio López.
También vivió en Valle de Bravo, Estado de México donde estudió la secundaria. Los problemas económicos de sus padres impidieron que Ignacio ingresara a una escuela para continuar sus estudios superiores. Debido a lo anterior, un sacerdote le recomendó ingresar al seminario para que así pudiera continuar con su educación.
No habiendo otra opción y sin vocación al sacerdocio pero con el deseo de seguir estudiando, Ignacio López ingresó en el Seminario Menor de Temascalcingo, Estado de México. También estuvo en el Seminario Conciliar de México en Tlalpan, Ciudad de México. Abandonó el seminario debido a la ya mencionada falta de vocación para ser sacerdote.
A los veinte años de edad tuvo que cumplir con el servicio militar y estuvo en cuartel más de un año en Querétaro, aunque también estuvo en los regimientos de Veracruz y Monterrey. Logró obtener el grado de Sargento Primero. Al terminar su servicio militar, un general le dijo que tenía madera para ser militar destacado y le ofreció su apoyo para ingresar al Colegio Militar, pero Ignacio López después de pensarlo descubrió que esto no era su vocación y así terminó su aventura militar.
En la Ciudad de México trabajó como agente de ventas de una empresa fabricante de ropa de mezclilla, pero seguía teniendo problemas económicos, por lo que buscaba otra opción para mejorar su situación. Esa opción lo encontraría en unos amigos quienes lo animaron diciéndole que si se iba con ellos a los Estados Unidos a trabajar como braceros en la cosecha de uva y naranja en California, ganarían mucho dinero. Con esa ilusión, él y sus amigos se inscribieron en el convenio México-Estados Unidos, el cual les auspició el trabajo en California. El sueño de Ignacio López no era radicar en Estados Unidos, sino trabajar una temporada y regresar a México cargado de muchos dólares. Estando ya trabajando en un naranjal del condado de Merced, California y trepado de un alto naranjo, resbala y cae de espaldas encima de unas cajas, lastimándose seriamente su espina dorsal quedando casi paralizado. Esto provocó su triste regreso a México por tren. En vez de venir cargado de muchos dólares, vino cargado de muchos dolores, con medio cuerpo enyesado y con tan sólo 20 dólares en el bolsillo. En la Ciudad de México tuvo que seguir un tratamiento y guardar reposo para su recuperación, durante un año aproximadamente.
Después de su recuperación, López Tarso ingresó en 1949 a la Academia de Arte Dramático del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), que en aquel tiempo era la única escuela de teatro en el país. Por aquel entonces su padre le dijo –quizá en tono de broma- que los dos más grandes errores que iba a cometer en su vida eran casarse y ser actor. Pero Ignacio además de ser actor, se casó y lo hizo con Clara Aranda y tuvieron tres hijos: Susana, Gabriela y el también actor Juan Ignacio, mejor conocido en el medio artístico como Juan Ignacio Aranda.
López Tarso también ha incursionado en la política y fue diputado federal. También ha ocupado cargos importantes de organizaciones tales como la Asociación Nacional de Actores (ANDA), de la Asociación Nacional de Intérpretes (ANDI) y del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC). Es miembro honorario del Seminario de Cultura Mexicana.
Carrera artística
Doblaje
En la industria del doblaje, López Tarso participó en los principios de este arte, prestando su voz al actor Jack Webb en la famosa serie Dragnet. Esto lo relata en su prólogo del libro sobre la historia del doblaje ¿De quién es la voz que escuchas? escrito por Rubén Arvizu.
Teatro
La primera experiencia de Ignacio López como actor de teatro la vivió cuando estaba en el seminario. Todo empezó cuando un sacerdote quien venía de los Estados Unidos, estaba organizando un grupo teatral a beneficio del seminario. Ignacio se integró a este grupo y así fue como comenzó a realizar sus primeras representaciones teatrales.
Ahí mismo en el seminario, leyó libros interesantes sobre teatro y fue de esta manera que por medio de la lectura tuvo su primer contacto con el teatro clásico, en especial sobre la obra de los españoles Lope de Vega y Calderón de la Barca. También en el seminario, (en donde fue el lector oficial) Ignacio aprendió a leer oralmente la poesía con la dicción y métrica correctas.
Esto le serviría en el futuro a nivel profesional, consolidándolo como uno de los mejores lectores orales de México, cosa que demostraría en sus recitales sobre corridos de la Revolución mexicana que al lado del maestro Roberto Rojas Barrales, celebre guitarrista de Tenango del Valle, que llevó el corrido mexicano a niveles internacionales, y cuyas interpretaciones son comparables a las hechas por maestros de la talla de Melchor de Marchena, David Moreno y Antonio Bribiesca; dieran realce a sus solemnes versos e inigualable estilo y métrica revolucionaria que son ya un clásico dentro de su carrera y dentro de la historia artística del México contemporáneo.
Cuando Ignacio López estaba de regreso en la Ciudad de México, para recuperarse de aquel accidente sufrido en California, se entretenía -mientras guardaba reposo-, escuchando música clásica en la radio, leyendo varios libros de poesía y teatro, reavivando una vez más su gusto por la actuación la cual se había despertado antes cuando vivía en el seminario. Entre esos libros, Ignacio López se enamoró de la poesía de Xavier Villaurrutia.
Por esos días, Ignacio López vio por casualidad un anuncio en un periódico donde se informaba el inicio de cursos en el Instituto Nacional de Bellas Artes y en ese anuncio se enteró que uno de los maestros era nada menos y nada más que su admirado Xavier Villaurrutia, por lo que Ignacio una vez que se recuperó de su dolencia en la columna vertebral, inmediatamente acudió al Palacio de Bellas Artes para conocerle y pedirle le firmara un autógrafo en uno de sus libros. Estando allí, subió hasta al tercer piso donde se hallaba Villaurrutia impartiendo su clase y aguardó afuera del recinto donde se encontraba éste, esperando a que terminara de dar su cátedra a fin de poder expresarle su admiración. Pero quien quedó más admirado fue el propio Villaurrutia, al enterarse que el muchacho había acudido hasta allí tan sólo para conocerle. Por aquel entonces, Ignacio López tenía veinticuatro años de edad.
El maestro Villaurrutia al darse cuenta del interés de Ignacio, lo invitó a sus sesiones de clase. Al principio estuvo como oyente, pero poco tiempo después, Ignacio se integró formalmente al grupo y a participar más activamente en los ejercicios que su maestro aplicaba.
Por medio de Villaurrutia, Ignacio pudo conocer a otro maestro destacado llamado Xavier Rojas, fundador del grupo Teatro Estudiantil Autónomo (TEA) e Ignacio se integró a este grupo. El TEA hacía presentaciones al aire libre en las calles, plazas, parques, mercados y diversos puntos de la capital mexicana. De este modo, Ignacio López tuvo sus primeras experiencias histriónicas con un contacto más cercano con el público.
Xavier Villaurrutia muere apenas al año siguiente desde que él e Ignacio se conocieron, dejando el curso inconcluso el cual Ignacio había tomado con él. Por lo tanto, tuvo que entrar al relevo el maestro Salvador Novo.
Además de Xavier Villaurrutia, Roberto Rojas, Xavier Rojas y Salvador Novo, Ignacio López tuvo otros maestros, como Clementina Otero, Celestino Gorostiza, André Moreau, Seki Sano, Fernando Wagner, Fernando Torre Lapham, entre otros.
Su debut teatral como estudiante de Bellas Artes fue en la obra El sueño de una noche de verano de William Shakespeare. Su debut profesional fue en 1951 con la obra Nacida ayer de Garson Kanin. Sor Juana Inés de la Cruz, Miguel de Cervantes, Guillén de Castro, Hugo Argüelles, Emilio Carballido entre otros, son autores en cuyas obras Ignacio López también actuó.
Aunque López Tarso ha intervenido en muchas obras, su inclinación ha tenido preferencia en interpretar obras de tipo cultural tales como los clásicos griegos o españoles, de la época de Cervantes, Shakespeare, etc. ya que según él, el teatro no sólo debe entretener al público, sino que debe hacer pensar al espectador y dejarle una enseñanza provechosa.
Obras de Teatro
- El sueño de una noche de verano (1948), de Shakespeare.
- Crimen y castigo (1949), de Dostoievski.
- Cándida (1952), de George Bernard Shaw.
- La Celestina (1953), de Fernando de Rojas.
- Las mocedades del Cid (1953), de Guillén de Castro.
- Don Juan Tenorio (1953), de José Zorrilla.
- Moctezuma II (1954), de Sergio Magaña.
- La discreta enamorada (1954), de Lope de Vega.
- Reinar después de morir (1954), de Luis Vélez de Guevara.
- Coplas por la muerte de su padre (1954), de Jorge Manrique.
- Don Juan Tenorio (1954), de José Zorrilla.
- La hidalga del valle (1954), de Calderón de la Barca.
- La manzana (1955), de León Felipe.
- Tovarich (1955), de Jacques Deval.
- Bus stop (1956), de William Motter Inge.
- Las brujas de Salem (1956), de Arthur Miller.
- Un tigre a las puertas (1960), de Jean Giraudoux.
- El mágico prodigioso (1960), de Calderón de la Barca.
- Otelo (1960), de Shakespeare.
- Edipo rey (1961), de Sófocles.
- Cyrano de Bergerac (1962), de Edmond Rostand.
- Un hombre contra el tiempo (1963), de Robert Bolt.
- El inspector (1965), de Gógol.
- Los hombres del cielo (1965), de Ignacio Retes.
- Puñalada por la espalda (1966/67), de Clifford Odets.
- La reina y los insurrectos (1967), de Ugo Betti.
- El rey se muere (1968), de Ionesco.
- El precio (1969), de Arthur Miller.
- Adriano VII (1970), de Peter Luke.
- Hogar (1971), de David Storey.
- Juego de niños (1972), de Robert Marasco.
- El gran inquisidor (1973), de Hugo Argüelles.
- Tirano Banderas (1974), de Valle-Inclán.
- Hipolito (1974), de Eurípides.
- El avaro (1978), de Molière.
- El rey Lear (1981), de William Shakespeare.
- El desperfecto (1989), de Friedrich Dürrenmatt.
- Tirano Banderas (1993), de Valle-Inclàn.
- Edipo en Colono (2000), de Sófocles.
- Doce hombres en pugna (2009), de Reginald Rose.
Cine
Su primera incursión en el séptimo arte no fue de su total agrado. Su debut fue en 1954 con la película La desconocida dirigida por Chano Urueta. El mismo Ignacio López Tarso reconoció desde su particular punto de vista que esta película fue uno de los peores filmes en que ha participado. Uno de los detalles que desagradó a López Tarso respecto a esta cinta, fue la nula trascendencia de su personaje. La intervención de su personaje le hizo honor al nombre de la película: fue “desconocida”, ya que los papeles importantes de la trama estuvieron a cargo de la bella Irasema Dilián y Miguel Torruco.
Esa primera e insatisfactoria experiencia en el cine, desanimó e hizo dudar a López Tarso si debía proseguir en otra intervención cinematográfica en el futuro. Pero, cuando participó en papeles importantes y alternó con grandes figuras, le renació el gusto por el cine.
El filme que consolidó a López Tarso en la pantalla grande y le dio muchas satisfacciones, fue la multipremiada cinta: Macario, filmada en 1959 con la dirección de Roberto Gavaldón, argumento de Bruno Traven (basado en un cuento de los hermanos Grimm), guion de Emilio Carballido y del mismo Roberto Gavaldón. Esta película refleja de manera folclórica la cultura e idiosincrasia del mexicano con respecto a la muerte, básicamente expresadas en el Día de Muertos, el cual es una tradición cuyo estilo mexicano es único en el mundo. López Tarso supo aprovechar y reflejar estos aspectos culturales acerca de la muerte, haciendo gala de sus naturales dotes histriónicos y compartiendo los principales créditos con Pina Pellicer y Enrique Lucero, quienes también brillaron en esta cinta. Con el dinero obtenido por esta película, López Tarso logró comprar su primer automóvil.
El filme Rosa Blanca fue otra cinta que también galardonó a López Tarso. Esta película rodada en 1961, curiosamente fue censurada en aquel tiempo por intereses económicos y tuvo que sufrir una larga espera hasta 1972, año en el cual finalmente fue estrenada. El filme fue dirigido por Roberto Gavaldón.
Otras películas destacadas de López Tarso, son: Cri Cri, el grillito cantor (1963) con la dirección de Tito Davison, El hombre de papel (1963) dirigida por Ismael Rodríguez, El gallo de oro (1964) bajo la dirección de Roberto Gavaldón, Tarahumara (Cada vez más lejos) (1964) dirigida por Luis Alcoriza, La vida inútil de Pito Pérez (1969) también con el director Roberto Gavaldón, El profeta Mimí (1972) con el director José Estrada, Rapiña (1973) dirigida por Carlos Enrique Taboada, Los albañiles (1976) dirigida por Jorge Fons, entre otras producciones.
Ignacio López Tarso formó parte de la Época de Oro del Cine Mexicano. A lo largo de su carrera cinematográfica, ha compartido créditos con actores de la talla de Dolores del Río, Marga López, Carlos López Moctezuma, Elsa Aguirre, Luis Aguilar, Katy Jurado, Pedro Armendáriz, María Félix, Emilio Fernández, entre otros.
Ignacio López Tarso participó en medio centenar de películas y también ha intervenido en documentales y un cortometraje.
Televisión
Su primera participación en una teleserie fue la titulada Cuatro en la trampa (1961). Entre sus participaciones destacadas en teleseries se citan tales como: El derecho de nacer (1981), Senda de Gloria (1987) cuya trama era sobre la Revolución Mexicana. Ignacio López Tarso ha participado en más de veinte teleseries y ha colaborado en algunos programas especiales.
Discos
Ignacio López Tarso grabó ocho discos donde declama versos y corridos en su mayoría sobre la Revolución Mexicana, tales como Yo soy el corrido de Pepe Guízar, Muerte de Emiliano Zapata de Armando List Arzubide, Caballo prieto azabache de Pepe Albarrán, Doña Elena y el francés de David González, entre otros temas. En estas interpretaciones, se hace acompañar del maestro Roberto Rojas, quien interpretó mejor que nadie este estilo de música folclórica mexicana. Sus discos adquirieron tal éxito que ya son un clásico dentro de las grabaciones sobre folclor mexicano. En estos recitales, más que simplemente declamar, Ignacio López Tarso narra las historias al estilo de teatro en atril, es decir, desarrolla el diálogo de los personajes de la historia, como si fuera uno de ellos expresando sus diferentes estados de ánimo de acuerdo a las circunstancias de la historia, con singular maestría. Esto lo ha consolidado como uno de los mejores lectores orales de México.